Laboratorios universitarios de Columbia

Rafael Moneo
Davis Brody& Bond y Moneo/Brock
Broadway Av/ W 120th St. Nueva York, EEUU. 2010

Vista de la fachada exterior a la Avenida Broadway. Foto: Michael Moran

A mediados de la década pasada, el arquitecto español Rafael Moneo recibiría el encargo de construir un nuevo edificio que ampliase las instalaciones de la emblemática Universidad de Columbia en la ciudad de Nueva York. Un reto profesional en diálogo con los rascacielos de Manhattan a partir del que construir una obra de arquitectura singular junto a la avenida Broadway.

Perspectiva del edificio proyectado hacia el recinto interior del campus universitario

La actitud proyectual de Moneo parte generalmente del análisis de las condiciones de contorno en la que se va a situar la obra a realizar. El reconocimiento de las características urbanísticas históricas, el entendimiento de las demandas profundas que le plantean y la valoración de los precedentes arquitectónicos ligados a cada lugar le ofrecen las claves por las que se va a guiar en la definición de sus propios edificios.

En este caso, la comprensión de las pautas generadoras del campus universitario neoyorquino fue una clave esencial para el establecimiento volumétrico del edificio. En Columbia, en sus orígenes, el diseño urbanístico y la arquitectura universitaria fue encomendado a los arquitectos neoyorquinos, Charles McKim, William Mead y Stanford White. Unos representantes del movimiento City Beautiful que dejaron una impronta extensa de arquitecturas de inspiraciones Beaux Arts en la ciudad de los rascacielos a finales del siglo XIX y principios del XX. McKim, Mead & White establecieron para el campus de la Universidad de Columbia una ordenación formal que sigue la característica trama de manzanas rectangulares en la que se basó la ocupación de la isla en que se sitúa la zona central de aquella metrópolis americana.

El lugar concreto de este proyecto fue una esquina del campus que se había conservado relativamente vacía de construcciones. Años atrás, el británico James Stirling aportaría un precedente proyectual menos afortunado con el que se pretendió rematar esta parte del campus. Su concepto no realizado mantenía abierta de alguna la conexión peatonal hacia la parte oeste de la ciudad, introduciendo nuevos usos y espacios construidos. El edificio de Stirling planteaba una estructura de gran viga en diagonal que, por alguna razón desconocida, no pudo ejecutarse.

La configuración en esquina del edificio
Foto: Michael Moran

En el caso del nuevo proyecto de Moneo, se trataba así mismo, de solucionar unas necesidades de ampliación de espacio ocupando esa esquina del conjunto universitario; y al mismo tiempo, lograr conservar y facilitar de las comunicaciones entre la ciudad y los espacios centrales del campus. Otro de los elementos que condicionaba también a este nuevo proyecto fue la obligatoriedad de conservar el gimnasio preexistente en medio de la parcela.

El mantenimiento de la proporción y las medidas de los edificios clasicistas colindantes es sintomático de la manera de proceder del arquitecto navarro. Las nuevas dependencias de laboratorio, biblioteca y espacios auxiliares se ajustan en planta al tamaño de la crujía definida por sus pesados edificios vecinos. El planteamiento de respeto a los edificios vecinos se acaba concretando de una manera educada en la forma en que sus espacios funcionales y de acceso se conectan. Debido a ello, el nuevo edificio proporciona unos volúmenes de comunicaciones y pasarelas que se retrasan de las alineaciones respectivas ofreciendo a la calle sendas hendiduras que establecen una transición clara. Por otra parte, considerando el problema que supone salvar el vacío del Francis S. Levien Gymnasium sin tocarlo, el nuevo edificio es obligado a centrar el esfuerzo compositivo principal del proyecto desde la definición de sus secciones generales. Las razones de este salto superior que conforma al nuevo laboratorio como un edificio puente provienen, por lo que parece, de las estrictas ordenanzas antisísmicas de la ciudad que exigen la separación neta entre ambas estructuras.

Desde un punto de vista estilístico, el estricto prisma rectangular de catorce plantas podríamos interpretarlo también como un recordatorio formal a la Lever House, ese contenido rascacielos que Gordon Bunshaft ejecutó en 1952. La Lever House es un edificio de oficinas representativo que se ha convertido en un hito importante de Park Avenue, justo enfrente del Seagram Building de Mies van der Rohe. Este homenaje a ese otro gran arquitecto de la ciudad sería nuevamente otra indicación de la enciclopédica forma de abordar los proyectos que Rafael Moneo ejerce habitualmente. En este mismo sentido, la piel exterior de los Laboratorios de Ciencias de Columbia es deudora de los planteamientos de Gottfried Semper que, en su influyente obra Die Vier Elemente der Baukunst (Los cuatro elementos del arte de la construcción) de 1851, propugnaba la diferenciación arquitectónica en cuatro componentes esenciales, el basamento, el hogar, la estructura y la membrana. Aquí, mientras el basamento tiende a la disolución, tanto la singular estructura como la membrana que se superponen adquieren una especial relevancia.

Por ello, es notorio que el edificio establece una suerte de desaparición del encuentro; en su engarce con el terreno. Algo así como si la rotunda masa del edificio flotara sobre el lugar en que se asienta. Una estratagema formal que lo emparenta claramente con las tradiciones modernas que establecieron los grandes maestros del siglo XX en algunos edificios emblemáticos. Es a partir de la estructura desde donde Moneo se plantea volcar la expresividad de las fuerzas actuantes sobre este edificio puente que vuela por encima del espacio del gimnasio universitario preexistente. Mientras, las grandes acciones de la carga descansan sobre unas grandes pilastras centrales en las que se inscriben los núcleos de comunicaciones verticales, sobre una trama metálica ortogonal exterior se colocan las diagonales justas y necesarias para equilibrar las tensiones cortantes derivadas del vuelo de los volúmenes exteriores. Toda esta sinfonía de fuerzas actuantes quiere expresarse directamente y de una manera diáfana; y por ello, tiene un reflejo formal en la ordenación de huecos y cerramientos de fachada.

Así, la composición del aplacado de las fachadas (el “bekleidung” semperiano) sigue un patrón regular originado por esa trama estructural en la que se apoya el edificio. Hacia Broadway, el edificio se cierra más aplicando unos paneles de aluminio tramados diagonalmente en aquellos recintos en los que se expresan las tensiones de los voladizos. En el resto, el aplacado rectangular inserta huecos horizontales que permiten la contemplación del exterior desde los espacios de laboratorio a doble altura.

Para la formalización de este juego casi textil, el arquitecto acude a la inspiración que le ofrece la pintura del minimalista Frank Stella. Sus tramas regulares ofrecen un ejemplo compositivo con el que articular unas fachadas pautadas por las diagonales de los necesarios tirantes estructurales. Moneo es un seguidor de los grandes artistas de la mitad del siglo XX y suele homenajearles utilizando explícitamente sus formas para algunos elementos arquitectónicos. Como ocurre, por ejemplo, en el edificio del Kursaal de San Sebastián en el que la definición de los muros de su basamento son un recordatorio de algunas piezas como Walking and Marking de 1991 de Richard Long, el conocido artista Land Art británico.

El pequeño auditorio contenido en el edificio de Ciencias

En la fachada posterior, los espacios de oficinas y servicios se abren totalmente con un muro cortina convencional que permite la visión sesgada de los espacios ajardinados y los edificios interiores, situados en el centro del campus universitario. Especialmente, hacia el auditorio de la Escuela de Negocios y la cúpula del edificio principal, el Low Memorial Library Building.

Vista del interior de la biblioteca asociada
El espacio de la cafetería con su intensa relación con los exteriores

Para el tratamiento de los espacios interiores más accesibles y públicos tales como, biblioteca, cafetería, etc. se recurre a diseños espaciales específicos. En la biblioteca, las grandes aberturas laterales acristaladas permiten un tranquilo acompañamiento visual de las perspectivas lejanas a través de los jardines del campus y la ciudad. Al mismo tiempo, los usuarios pueden insertarse en una red de jaulas de trabajo en madera; lo que junto al mobiliario ofrece un tratamiento recogido, en consonancia con el trabajo de estudio. Los falsos techos del mismo material acaban de conformar ahí una geometría tramada de gran calidez.

Las escaleras de acceso y comunicación con el patio central del campus introducen al visitante y usuario tanto hacia la gran cafetería abierta a doble altura como al recinto central situado a mayor altura. Este recinto de descanso y relación es un espacio abierto que se proyecta visualmente a la ciudad sobre la hendidura que permite el acceso general. La cafetería es debido a ello como una gran lámpara que se percibe como reclamo en esa esquina de Broadway y la calle 120 Oeste.

De todo lo expresado podemos concluir considerando que este proyecto es otra muestra de la gran maestría que tiene Rafael Moneo a la hora de abordar y resolver problemas complejos. Todo ello, sin perder la elegancia constructiva y formal que le aportan una larga experiencia de muchísimas obras exitosas.

Más información:

Columbia University Science Building. Moneo Brock Architects
Columbia University Northwest Corner Building.Archdaily 26/01/2011
Moneo renueva el viejo campus de Columbia. El País 14/10/2009

Edificio de Ciencias de la Universidad de Columbia. Planta del nivel de acceso