Arquitectura, Architecture, Urbanismo, Urbanism, Planning, Paisajismo, Landscape, Diseño, Design

Piazza di San Marco di Venezia

Agnello Partecipazio, Sebastiano Ziani, Antonio Rizzo, Pietro Bon, Jacopo Sansovino, Vicenzo Scamozzi, Baldessare Longhena, Andrea Tirali, Giovanni Antolini.  
Venecia, Italia. 810-1810

Fachada de San Moisè. Emilio Vedova, 1938

En 2014 se publicaba el libro Elements of Venice de Giula Foscari. Es una de las aportaciones culturales más interesantes que ha producido la última edición de la Bienal de Arquitectura que se celebra con periodicidad en Venecia. Constituyó el catálogo que acompañó a la exposición principal de ese acontecimiento tan relevante para el mundo de la arquitectura internacional. Esos Elements son una brillante aproximación a la explicación de una ciudad italiana complejísima que fue sede de la muestra. Y que es también referencia inevitable en la historia del urbanismo europeo.

 Como su propio título indica, en esa publicación se hace un inteligente repaso pormenorizado de una serie de elementos espaciales significativos: aquellos que definen los edificios y lugares construidos en Venecia. Partiendo de la explicación del proceso de construcción geográfica de la ciudad, el trabajo de Foscari se adentra en la descripción pormenorizada de determinados dispositivos tipológicos y componentes constructivos que adjetivan y particularizan la arquitectura veneciana. Como los espacios urbanos y las arquitecturas; pero también las fachadas, escaleras, techos, puertas, balcones, etc.

Vista hacia el suroeste de la plaza de San Marcos. Antonio Canal, Canaletto. Hacia 1757

 Pero para introducir en la caracterización de un espacio concreto a ese conjunto de piezas que componen unas construcciones peculiares, la autora hace una sinopsis extraordinaria del proceso de acumulación que se ha producido alrededor de la plaza de San Marcos a lo largo de más de diez siglos. Desde la fundación del pequeño y precario castillo, construido por el Dux Agnello Partecipacio a finales del primer milenio de nuestra era, hasta la intervención final que remató a principios del siglo XIX -ya de una manera irrespetuosa con sus antecesores- ese espacio hacia el Oeste con la demolición de la antigua iglesia de San Geminiano y su sustitución por la llamada Ala Napoleónica.

Desde entonces casi nada, aparentemente, se ha movido de las queridas piedras que se vincularon al apóstol San Marcos, aquellas que glosó John Ruskin en su siempre recordado libro titulado The Stones of Venice. Muy pocos han sido los que se han atrevido a imprimir el sello de la contemporaneidad a una ciudad que ha quedado congelada a pesar de sus millones de visitantes anuales. Y cuando así ha ocurrido, se ha hecho con un carácter subrepticio para que no pudiera ser descalificado y vilipendiado claramente. Como ocurre con la exquisita tienda Olivetti que el magisterio de Carlo Scarpa lograría introducir con éxito en las arcadas de las Procuratie Vecchie, a mediados del siglo XX.

Por lo que se conoce, antes del año 1000 de nuestra era, el embrión de lo que luego sería la Serenísima República de Venecia estaba constituida por pequeñas comunidades humanas dispersas, situadas sobre los inestables bancos de arena de la gran laguna salobre. Unos grupos de pobladores provenientes de ciudades romanas en crisis que se acabaron polarizando alrededor de los islotes mayores del Rialto. En sus inicios, la plaza de San Marcos era un espacio prácticamente inexistente como es lógico. Una gran explanada vacía situada sobre un pequeño islote y en el entorno de una ensenada en la que probablemente, sería factible realizar con facilidad la maniobra de embarque y desembarque. Allí se situó el primer espacio defensivo y de culto de la comunidad. Y que, debido a ello, acabo constituyéndose como el punto principal de encuentro de los habitantes de la laguna.

Representación alegórica de la ciudad de Venecia en el entorno del Canal Grande y el Palazzo Ducale. Realizado probablemente hacia el siglo XV

Por lo que se ha sabido de acuerdo a la investigación histórica más reciente, en un principio se organizó en ese pequeño bancal de arena un recinto fortificado -a la manera de los castrum romanos -según han determinado las investigaciones históricas estaba situado sobre el espacio que hoy ocupa el Palacio Ducal. Ese espacio militar amurallado para la precaria defensa de la comunidad integraba dos torres defensivas y la capilla del Dux, reconstruida sobre las ruinas de otro santuario anterior. Esta último edificio sería el embrión a partir de la cual iría creciendo con los siglos la majestuosa iglesia de San Marcos que hoy es posible contemplar. La primitiva capilla se concebiría con una disposición en planta de cruz latina, evidenciando así ya desde un principio la fuerte conexión que los venecianos tendrían durante siglos con Bizancio. Constantinopla sería siempre una referencia y un apoyo para la República a lo largo de gran parte de su historia hasta su caída de aquella ciudad en el extremo de Europa en manos de los turcos.

Frente a aquella estructura fortificada y, al otro lado de la ensenada en la posición que hoy ocupa el actual Campanile se había dispuesto otra torre militar que permitía la observación a larga distancia sobre las aguas de la laguna y se relacionaba con el objetivo de lograr un control completo sobre la superficie de desembarco e intercambio comercial. El lugar se completaba, por lo que se ha descubierto desde la arqueología, con otras pequeñas construcciones de carácter religioso, como la iglesia de San Basso (hoy integrada en la singular Torre dell’Orologio o del Reloj) al norte.

Interpretación de la situación geográfica de los elementos del entorno de la plaza de San Marcos a comienzos del siglo IX DC.
Según Michela Agassi, 1991. Imagen: Elements of Venice.

1.- Recinto fortificado fundado por el Dux Agnello Partecipazio
2.- Capilla del Dux fundada en 829
3.- Iglesia de San Basso, fundada en 1076
4.- Torre militar defensiva en el futuro emplazamiento del Campanile

El espacio medieval de la plaza d sin las arcadas de las Procuratie. Procesión en San Marcos, Gentile Bellini, 1496

Sería un nuevo gobernante, Sebastiano Ziani, Dux que accedió a la más alta magistratura veneciana en 1172, quien acometería una primera reorganización del espacio urbano en formación, dotando a aquella superficie disponible con un mayor contenido funcional. Fue en unos años de relativa tranquilidad en los que las poderosas fuerzas que amenazaban la continuidad de la República le ofrecieron un respiro de paz. En escasos seis años Ziani, logró organizar la primitiva configuración urbanística y arquitectónica de la Procuratie Vecchie para albergar los negocios y oficinas de los primeros procuradores de San Marcos o de Supra. A aquellos, encargados principalmente de las obras religiosas relacionadas con el templo principal les seguirían luego los llamados de Ultra y de Citra con otros cometidos. Entre todos conformarían una magistratura administrativa que abarcaba a representantes públicos y cuerpos de funcionarios encargados de acopiar los medios económicos para las obras públicas, las necesidades financieras para la guerra y las representaciones en las cortes extranjeras, entre otras misiones.

La idea básica de ordenación urbana trataba de lograr algo parecido a un antiguo foro romano en el que la comunidad de comerciantes y navieros pudieran también intercambiar sus mercancías de una manera apropiada torno al gran espacio central abierto. Sería una importante apuesta urbana colectiva para la creación de una gran plaza que se financiaría inicialmente con la aportación económica del propio Ziani. Esos nuevos edificios tomaron como referencia la alineación lateral del pequeño edificio de San Basso, y también la torre defensiva que luego acabaría conformando el Campanile. En su entorno en dirección Oeste, se dispuso así un gran espacio libre rodeado de edificaciones bajas que se orientaba hacia la fachada principal de San Marcos.

El conocido entonces como Foro Marziano (de referencias claramente romanas) se compondría así con una primera U edificada que, en su fachada norte, estaba constituida por un edificio continuo de dos plantas que, a partir de San Basso, seguía la traza en dirección Oeste de un pequeño canal preexistente. Las llamadas Procuratie Vecchie se iniciaban así formando una fachada continua en arquería doble a la manera de los edificios imperiales de Constantinopla. En su planta baja, se estableció una alineación de cubículos para tiendas de dimensiones sensiblemente iguales coordinadas y conectadas por un paseo bajo una arcada que lo dejaba a cubierto. Durante una primera etapa, solo se completaría un tercio de la longitud que alcanzaría finalmente esa fachada: Fue un trabajo de estructuración arquitectónica que quedó bajo la responsabilidad de Pietro Bon. No obstante, esa primera definición espacial de la plaza en su conjunto acabaría presentando un defecto de desalineación con el eje principal de la iglesia de San Marcos. Un problema de configuración que se trataría de solucionar parcialmente siglos después con la demolición completa de lo edificado y la realineación hacia el sur de los edificios de las Procuratie Nuove bajo la dirección primero del gran arquitecto Vicenzo Scamozzi y rematadas luego por Baldassare Longuena en 1640.

 El santuario de la Pala d’Oro. Vista del interior de la Basilica deSan Marcos. Grabado de A. Visentini

Mapa de la laguna de Venecia en la que aparece una representación imaginaria de la plaza de San Marcos, los islotes edificados y las defensas exteriores . Kitab i Bahriye del almirante turco Piri Reis. 1526

Con el tiempo, y el crecimiento de la urbe de los canales, las obras de embellecimiento y mejora de los espacios urbanos y los edificios públicos acabarían siendo uno de los cometidos más importantes del Estado. Debido a ello, el conocido como
Proto di San Marcos era uno de los cargos más relevantes del poder veneciano, situado jerárquicamente justo por debajo del Dux. Era una responsabilidad vitalicia que se elegía entre los Procuratori di San Marcos y tenía a su cargo el control y administración de la mayor parte de los trabajos públicos. Il Proto ejercía normalmente funciones de arquitecto y/o ingeniero supervisando técnica y económicamente la construcción de los edificios más relevantes y de las obras públicas necesarias para garantizar un mejor funcionamiento de la ciudad.

 El gran escultor y arquitecto renacentista, nacido en Florencia, Jacopo Sansovino fue nombrado Proto Magister en 1529. Se reconocía así su indudable magisterio constituyéndose debido a ello en el más influyente artista de la República. Durante sus más de 40 años del mandato de Sansovino como Proto realizaría los elementos edificados más brillantes que se integran en el entorno de la plaza de San Marcos. El insigne Andrea Palladio lo reconocería como gran maestro afirmando que su Biblioteca Marziana, un edificio que se construyó frente al Palazzo Ducale para conformar la Piazzeta era el edificio contemporáneo que mejor había interpretado el sentir de la arquitectura romana clásica. En ese proyecto se acababa de concretar en su más alta expresión el principio de serialidad ornamental con el que se construyeron los principales edificios y obras de la arquitectura veneciana. Según esa estrategia compositiva, se podían ir añadiendo con facilidad nuevas piezas según un orden formal preestablecido de elementos arquitectónicos, lo que permitía la ampliación y reproducción indefinida de sus componentes estilísticos y compositivos. Como ocurre, por ejemplo, tanto en el Palazzo Ducale como en las Procuratie. Esa forma de entender la conformación estética de la arquitectura representativa se puede observar incluso en numerosas casas privadas de las principales familias, aquellas que se asoman a los canales más grandes.

Mosaico en el que se presenta al Proto di San Marcos dirigiendo los trabajos artísticos en la obra de la iglesia

Sansovino adopta en su magnífica Biblioteca Marziana una composición de ordenes clásicos en dos niveles: Semicolumnas dóricas en el pórtico abierto de la planta baja y jónicas en el frente de la sala de la biblioteca en la planta superior. Integra además con maestría y habilidad manifiesta modelos de interpretaciones ortodoxas provenientes de diversas fuentes clasicas, tanto de ejemplos antiguos como también de obras de arquitectos coetáneos. Ese edificio es, por merito propio, una muestra muy sofisticada y excelente del clasicismo renacentista que recurre a referencias expresivas como las que presentan los romanos Teatro Marcello y Coliseum. Pero también a las sugerencias teóricas y prácticas de algunos precedentes más próximos como Serlio, Bramante, Sangallo y Giulio Romano. También, tanto la Logetta bajo el Campanile como el Palazzo della Zecca, constituyen otras dos obras excepcionales del maestro florentino que acaban afirmando el carácter fundamental de este arquitecto para la historia de Venecia y universal de la arquitectura. La Logetta es una pieza construida con un gran refinamiento que se instituye como una entrada al Campanile que quiere ser monumental, recurriendo nuevamente a modelos clásicos a modo de pequeño arco triunfal romano. Su composición de arcos enmarcados por dobles parejas de columnas presentan una configuración muy grácil y de una belleza escalarmente sin par. Casi una refinada maqueta para un esfuerzo superior han señalado algunos.

La influencia de Sansovino en la configuración formal del espacio de San Marcos que hoy apreciamos fue por todo ello decisiva. Su autoridad técnica y artística finalizó imponiéndose en multitud de soluciones y detalles en edificios de su época y otros posteriores que acabaron definiendo los espacios complementarios adyacentes a la Piazza y su Piazzeta.

A Sansovino le seguirían otros dotados arquitectos que no pudieron librarse de su precisión y maestría estética. Como Vincenzo Scamozzi, que tendría una responsabilidad decisiva en la terminación de las Procuratie Nuovehacia los años finales del siglo XVI. Scamozzi reconocía francamente la imposibilidad de escapar a los dictados de composición, estilo y detalle impuestos por su antecesor. Ello, a pesar  de que era un gran erudito y un técnico muy dotado, casi a la altura del otro gran arquitecto representante de los estertores del movimiento renacentista en su etapa manierista, Andrea Palladio.

Dibujo a la aguada de los trabajos de culminación del Campanile de Venecia. En su base se puede observar lateralmente la Logetta y a su izquierda la fachada de la Biblioteca Marziana, ambos edificios responsabilidad de Jacopo Sansovino. Antonio Canal, Canaletto. 1745.

Fachadas hacia el Canal Grande del Palazzo della Zecca de Sansovino y del ala de la Biblioteca Marziana culminada por Vicenzo Scamozzi. Canaletto, 1732

Retrato de Jacopo d’Antonio Sansovino. Jacopo Tintoretto, siglo XVI

Un penúltimo elemento que añade en su comedimiento valor artístico al conjunto es el diseño del pavimento realizado en 1721 sobre los dos espacios que articulan este recinto monumental, Piazza y Piazzeta. Esa filigrana dibujada en el suelo fue responsabilidad del veneciano Andrea Tirali, que siguiendo la estela de autoridad de Sansovino sería Proto dil Acqua. Así, Tirali sería un precursor en sus obras ya casi del Neoclásico.

La última gran transformación que sufre la plaza es la que se refiere a la demolición del ala central de las Procuratie – el tramo corto situado al oeste- que se produce tras la invasión de las fuerzas francesas de Napoleón en 1797. Es el momento en que, finalmente, desaparece la institución republicana que había durado más de un milenio. Esa reforma se realiza para introducir unos espacios representativos del nuevo poder, como residencia imperial en la ciudad y un nuevo espacio para recepciones al margen del Palazzo Ducale. Una transformación que supuso la eliminación de la delicada fachada realizada por Sansovino para la iglesia de San Geminiano y de una parte de las Procuratie Vechie y Nuove que también sucumbirían en ese momento. El Ala Napoleónica es un proyecto responsabilidad de Giovanni Antolini, miembro de la parisina Academie des Beaux Arts, que eliminaría el equilibrio formal del conjunto estableciendo un orden de arcos en dos plantas que trata de expresar una mayor monumentalidad. Y que, sin embargo, se inserta con desacierto, imponiendo un nuevo sistema compositivo discordante entre las dos series de arcos ritmados que dominan las fachadas de las Procuratie. La nueva ala reformada que corresponde a esa fachada fue realizada simplemente para expresar un gran salón de recepciones y otras dependencias menores. Al mismo tiempo, añade un orden extraño a la uniformidad predominante en la plaza. Y, debido a ello, se inscribe con torpeza compositiva junto a sus edificios vecinos renacentistas de Sansovino, Scamozzi y Longuena.

Planta de los edificios que configuran el entorno actual de la Basílica de San Marcos, con las adiciones realizadas en los siglos XVIII y XIX. Esquema dibujado por Giulia . Foscari para Elements of Venice.

1.- Patio del Palazzo Ducale
2.- Basílica de San Marcos
3.- Campanile
4.- Procuratie Vecchi. Primer tramo reformado por Pietro Bon y se terminarían por Jacopo Sansovino durante el siglo XVI. Se configuraron inicialmente durante el mandato del Dux Sebastiano Ziani, 1172
5.- Procuratie Nuove. Vicenzo Scamozzi, desde 1586. Finalizadas por Baldassare Longuena en 1640
6.- Logetta. Jacopo Sansovino, 1546
7.- Biblioteca Marziana, Jacopo Sansovino, 1547. Vicenzo Scamozzi, extensión sur, 1556.
8.- Palazzo della Zecca. Jacopo Sansovino, 1549
9.- Ala Napoleónica. Giovanni Antolini, 1814

Grabado que representa una reunión de la nobleza veneciana en la sala del Maggior Consiglio del Palazzo Ducale. Andrea Brustolon, siglo XVIII

Según cuentan en Elements of Venice, Leopoldo Cicognara, gran amigo del escultor Canova y presidente en esos años de la Academia delle Belle Arti de Venecia, descalificaría esta intervención con desprecio a su brutalidad:

Parece que nada de lo que se ha reconstruido allí es tan bueno como lo que se ha destruido; aquellas creaciones de grandes hombres, admirados a lo largo de los siglos, y desde lejanas tierras, han sucumbido al lado vil, sacrílego de aquellos que no temen arrasar lo más valioso.

Aquella acción demoledora destinada a imponer la simbología de un nuevo poder, de un carácter más clasicizante pero menos sofisticado en su ortodoxia acaba generando una gran animadversión entre la población ante toda nueva arquitectura. Es una repulsa de odio a la intervención del extranjero en un lugar delicado y sofisticado al mismo tiempo, y que peca no reconociendo con eficacia los valores artísticos heredados. Una pulsión colectiva  que sigue durando hasta nuestros días y que caracteriza el carácter conservador de la ciudad. En consecuencia, como he explicado en otra ocasión, gran número de proyectos de reconocidos arquitectos del siglo XX no llegarían a realizarse allí probablemente por esta razón.

 Hoy, Venecia presenta aspectos pintorescos junto a una monumentalidad urbana sin parangón que ha llevado a esa ciudad a convertirse en una de las principales atracciones turísticas mundiales. Por sus calles y edificios circulan una media de 265.000 personas diariamente mientras que su población real -aquella que reside allí- y usa la ciudad disminuye progresivamente, alcanzando solo 75.000 habitantes en 2.010. Al mismo tiempo, la ciudad se hunde progresivamente en las fangosas arenas de la laguna evidenciando poéticamente la desaparición de una cultura sofisticada que se relacionó con un poder marítimo sin igual que duró más de un milenio.

Otros artículos del autor sobre este tema:
Venecia, ciudad de la Arquitectura. Federico García Barba. Islas y territorio, 30/110/2011
Fantasmas arquitectónicos contemporáneos. Federico García Barba. Islas y territorio, 08/11/2011

Vista hacia el Noreste  de la plaza de San Marcos de una procesión nocturna. Francesco Guardi, 1758

EMPLAZAMIENTO:

 

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