Charles W. Moore
33, Monte Vista Rd. Orinda Valley. San Francisco, California. EEUU, 1962
Charles Moore ha sido un personaje muy influyente en la arquitectura norteamericana de la segunda mitad del siglo XX. Arquitecto, escritor, docente en varias escuelas de arquitectura y doctor en filosofía, construyó su casa personal en Orinda Valley, desde una particular visión de lo que debiera ser un espacio para las necesidades básicas e inquietudes de una persona soltera.
Impresionado por la belleza del paisaje, Moore en el momento en que visita por primera vez el lugar del futuro edificio, se encuentra con la imagen de una explanada en forma circular, realizada por las retroexcavadoras que preparaban el terreno, rodeada de robles que le recuerdan a los prados redondos sobre los cuales reflexionaban los poetas chinos: Esta referencia, con una gran carga espiritual, empuja más aun al arquitecto a concebir esta casa no sólo como un lugar que atienda las necesidades y el programa básico de una vivienda si no a la consecución de un “Centro del Universo” ideal.
Imagen de la planta libre de la vivienda
La vivienda de planta cuadrada, descansa sobre un basamento de hormigón armado que acentúa su condición de pabellón, cabaña primitiva o incluso de templo maya imagen tan recurrente en la obra del autor. El proyecto se plantea con una sencilla geometría, en forma de caja, que únicamente se ve alterada por la forma piramidal truncada de la cubierta a cuatro aguas de madera y por los dos lucernarios con apariencia de chimeneas de luz. El cerramiento opaco de la caja constructiva nunca se prolonga en sus extremos rematando las esquinas. Por contra, en todas las orientaciones del espacio interior diáfano, se disponen las ventanas y accesos, de manera que el recinto disfruta de vistas cruzadas hacia el paisaje circundante y conecta directamente la vivienda con los robles tan cercanos.
Esta obra, no se entiende sin el precepto de espacios “sirvientes” y “servidos” que teorizó previamente Louis Kahn, (profesor de Charles Moore). De manera que el espacio interior solamente se compartimenta ligeramente en la fachada norte, donde se disponen recintos cerrados a modo de bloque técnico: el acceso a la vivienda, una zona vestidor, un pequeño baño y la cocina: Además, su formalización general y, concretamente, esta obra inevitablemente recuerda mucho en la solución adoptada para la cubierta al proyecto de su mentor para las Casas de Baños de Trenton, que Kahn proyectó en 1955.
Perspectiva donde se aprecia la estructura de los baldaquinos
La parte principal del espacio interior se articula en torno a dos elementos o pabellones totalmente independientes de la estructura de la casa definidos por el propio Moore como “aediculae”, y que no son otra cosa que una revisión moderna del baldaquino, tan presente en la arquitectura religiosa. Estos elementos espaciales abiertos dispuestos de manera diagonal, definen los recintos para el baño y la estancia. Se construyen con ocho columnas de madera que el propio arquitecto rescató de una demolición y que le costaron aproximadamente dos dólares cada una. Estos pilares columnares tienen en esta obra la particularidad de que no son empleados para soportar cargas y expresar una estructura, tal y como afirmaba el canon de la arquitectura moderna, sino para definir y configurar unos espacios concretos. Estos pequeños recintos, no acotados ni separados del espacio principal, disponen cada uno de lucernarios específicos que, con la entrada de la luz cenital, proporcionan una mayor calidad espacial al conjunto. La localización de la ducha exenta bajo uno de estos aediculae, alude al carácter ritual y lúdico del baño y aseo personal, sólo posible en un programa definido para una persona. Conecta así esta propuesta con una recuperación de la historia como referente; con la tradición de la casa-atrio de la cultura romana.
Boceto del arquitecto donde se aprecia la idea de centralidad y el protagonismo de la figura del audículo
El edículo, mecanismo muy empleado y, característico en la obra de Charles Moore, pretende posibilitar la creación de diferentes lugares o dominios dentro de un mismo espacio común. Sobre este recurso el arquitecto experimentaría con el espacio a lo largo de su extensa carrera profesional y en numerosos otros proyectos realizados posteriormente. Consiste en la idea de conjugar varios espacios en uno. Y lo utiliza con gran éxito, por ejemplo, en la casa Johnson de 1965-66.
Vista del interior,bajo uno de los baldaquines
Uno de los logros de esta sencilla construcción es la versatilidad y flexibilidad general en el uso del espacio. Los muebles pueden colocarse de muy variadas maneras, de forma que ayudan a delimitar recintos de modo sutil, logrando que no rompan la voluntad de conexión interior-exterior. La casa está provista de numerosas estanterías y zonas de almacenaje, que ayudan a esa especie de fiesta del amontonamiento y almacenaje que tanto celebra el propio arquitecto y que es rasgo característico de su estilo personal.
El tratamiento de las superficies interiores es también de una sencillez notable pero le confieren a la construcción un carácter ambiguo que se contrapone con el estilo decorativo que tiende a lo tradicional. Los pabellones interiores pintados de color blanco, por donde se desliza la luz que proviene de los lucernarios, ofrecen un interesante contraste cromático con el color oscuro de la cubierta de madera y del fondo de paredes y ventanales.
Charles Moore, junto con Robert Venturi y Denise Scott Brown, junto a otros discípulos de Kahn, constituyeron una grupo generacional de arquitectos que, con sus ideas y visión de la edificación, influenciaron la arquitectura americana y mundial de los años 70 y 80. El estilo de Moore, definido en multitud de ocasiones como caprichoso, estrafalario, “de granja” -a veces también como misterioso, decorativo y teatral- está sin embargo fundamentado sobre una sólida base argumental que se apoya en un gran conocimiento y admiración por la arquitectura de las civilizaciones del pasado y de sus valores estilísticos. Donde el papel del arquitecto debe dirigirse a la creación de lugares, y no perseguir la construcción de edificios a partir de ideas o esquemas abstractos que lo único que consiguen es la satisfacción de obsesiones personales del propio arquitecto.
Para Moore el arquitecto no puede ni debe concebir un proyecto desde la certeza de cómo será el resultado, sino que debe ejercer una función catalizadora y receptiva de las expectativas y deseos de la sociedad para la cual trabaja. De acuerdo a sus planteamientos, el colectivo social es el que define como debe ser la arquitectura para que, finalmente, sea posible que la figura del arquitecto -con sus conocimientos- obtenga un resultado que pueda ser aceptado y que contribuya a la memoria colectiva de una sociedad y momento histórico determinado.
Esta concepción que el denomina como “populista” la pone en practica con una fluida comunicación e intercambio de información con el cliente. En el momento de afrontar un proyecto busca establecer reuniones, foros de participación, encuestas, así como la creación de video grabaciones, etc., para involucrar a la ciudadanía. Moore dedicaría incluso periodos largos de estancias en las localizaciones de los proyectos antes de llevar a cabo la construcción de los proyectos.
Las ideas de Charles Moore, al igual que las de sus compañeros de generación, protagonizaron la mayor cruzada, ofensiva y bofetada contra el Movimiento Moderno imperante. Un movimiento arquitectónico donde el protagonista indiscutible era el propio ego de los distintos arquitectos que lo integraban. Y debido a lo cual, las formas puras, escultóricas u ortogonales, tenían un valor en si mismas, en detrimento del denominado “dominio étnico”. Para Moore y sus colegas, por el contrario la creación arquitectónica implicaba la apropiación de una parte de la Tierra, lo que necesariamente integraba la denominada (por el arquitecto) “Solución Específica”. Un concepto que, comenzando por el lugar, ponga en valor sus cualidades y cubra las necesidades auténticas del usuario.
Vista del espacio escenográfico de la Piazza d’Italia en Nueva Orleans
A partir del proyecto para la Piazza d’Italia en Nueva Orleans, una de sus obras más conocidas, donde el autor crea una obra llena de ironía y donde la arquitectura clásica parece fundirse con el ambiente de fiesta de un musical de Broadway, se produce un cambio sustancial en su manera de trabajar. Para la crítica, este proyecto urbano es un espacio público singular que ha identificado posteriormente Moore -y lo ha reducido de manera un tanto injusta- como arquitecto alineado con la arquitectura Post-Moderna. Una etiqueta hoy en día totalmente desacreditada.
Más información:
Charles Moore Foundation. Pagina oficial
Charles Willard Moore. Wikipedia
Charles Moore. Great Buildings Online
Perspectiva esquematíca del sistema de edículos diseñado para la casa Moore en Orinda
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