La villa volante

150919_DeRuiterP_VillaKogelhof_Ext04  Villa Kogelhof. Paul de Ruiter, 2013. Foto: Jeroen Musch

 

La villa Kogelhof en Zeeland de Paul de Ruiter -terminada en 2013- es una nueva expresión pura y austera de una aspiración trascendente mantenida viva en la arquitectura contemporánea desde hace ya casi cien años.

Ese anhelo colectivo de muchos arquitectos se ha concretado, en este caso, en un volumen prismático que sobrevuela el paisaje horizontal del sur de Holanda. La caja prismática, trata de establecer un dialogo privilegiado de sus habitantes con el inmenso territorio acuoso y vacante desde una posición de platonismo romántico.

 


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Vista aérea de la propiedad en la que se sitúa el edificio. Foto: Peter Butejin

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Durante gran parte del siglo XX, los profesionales de la construcción con aspiraciones artísticas han ansiado lograr arquitecturas que tienden a enunciar artificiosamente una separación neta respecto al suelo sobre el que se apoyan. Es el exponente radical del deseo de un diálogo con lo trascendente que se expresa en una esperanza difusa por habitar el cielo.

Uno de los arquitectos más conocidos que tuvo esta voluntad durante gran parte de su vida productiva fue Le Corbusier. Sus arquitecturas sobre pilotis que ya aparecían en la estructura básica para las denominadas Maisons Domino y Citröhan propuestas en 1926, ya plantean esta cuestión. Unos elementos que acabarían siendo parte integrante de sus conocidos Cinco puntos para una nueva arquitectura. El arquitecto suizo resumía de una manera poética las dificultades para lograr esta reivindicación en una pequeña reflexión incluida en el segundo volumen del Modulor: Los dioses actúan detrás del muro. Yo no tengo medio de hacer como ellos, puesto que por definición no soy más que un hombre. Sin embargo, para él, la voluntad artística es un mecanismo que permite la representación de esa pulsión espiritual que pretende comprender la incógnita esencial de la razón indefinida del cosmos desde el despegue de la tierra.

Por eso, muchos arquitectos siguen buscando la manera de construir sin un sometimiento al peso, ambicionando la desvinculación total de los lugares. Como ocurre, por ejemplo, con Kengo Kuma cuya propuesta de Pabellón de Té tiende a la ingravidez. Una pieza experimental nos propone una arquitectura desmaterializada y sin peso. Se trata de un artificio curioso que nos presenta una apuesta fantasmagórica del espacio mínimo habitable que no necesita soporte para adquirir forma.


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Pabellón de té flotante. Festival del mundo del té, Shisuoka. Kengo Kuma, 2007

150919_DeRuiterP_VillaKogelhof_Int05Espacio interior como santuario de la intimidad transparente. Villa Kogelhof. Paul de Ruiter, 2013. Foto: Jeroen Musch

 

La propuesta residencial del arquitecto holandés Paul de Ruiter incide en esta trayectoria hacia la desmaterialización de la arquitectura con una construcción que se pretende radicalmente autónoma. El edificio se define separado del paisaje circundante mediante un mecanismo de rotura que viene establecido por una elegante horquilla estructural y un pequeño prisma de acceso al volumen autónomo que sobrevuela el plano del paisaje.

La Villa Kogelhof se nos presenta como un templo de la intimidad que se caracteriza contradictoriamente por la exhibición de una transparencia radical. Hoy, casi no hay espacio que no pueda escrutarse colectivamente, ni siquiera aquellos reductos más recónditos. Y, esta condición está tan asumida que nos encanta construir el nuevo espacio abierto completamente al horizonte. Para lograr ese efecto de pureza, el edificio se sitúa sobre un paisaje de campos de cultivo vacío y extenso, que tiene más de 25 hectáreas de superficie. Sus habitantes y los visitantes circunstanciales, tras un recorrido de varios minutos en coche por el interior de la propiedad, llegan al punto de acceso al edificio: una gran puerta que accede a un garaje semienterrado con capacidad para varios vehículos. En su otro extremo, el volumen inferior en comunión con el terreno se proyecta hacia una inmensa lámina de agua mediante un amplio espacio de trabajo privado y aislado. Desde ahí se accede a través de una escalera simple a la gran caja sobre elevada y separada del plano del terreno. En ese volumen que vuela se sitúa los espacios residenciales creados. El programa delineado para el plano principal de vivienda es también bastante simple: tres dormitorios abiertos completamente al paisaje y en su centro dos recintos de estancia diaria separados por una caja interior destinada a cocina. Al mismo tiempo, y adjetivando la simplificación programática, la tectónica del edificio trata de ocultarse tras una limpieza en el tratamiento de los sistemas constructivos empleados. El cerramiento acristalado que rodea completamente el edificio remite a los precedentes ejemplos miesianos, llevados aquí a sus últimas consecuencias. El interior incluye también un volumen vacío a modo de patio que atraviesa el prisma rectangular para permitir entradas extemporáneas del sol. El juego desmaterializador se concentra en la aplicación de veladuras, reflejos y transparencias que permite el uso estratégico de piezas de cristal en su interior. Finalmente, la blancura prístina empleada para los paramentos de paredes, suelos y techos nos remite a esa idea de lo mínimo como expresión máxima del lujo contemporáneo, una pulsión excesivamente extendida en algunos países del entorno europeo.

En definitiva, toda una serie de tics que se han repetido infinidad de veces en el último medio siglo, en una búsqueda infinita de la simplicidad y austeridad platónica que trataría de expresar Mies van der Rohe por primera vez en sus peculiares villas. Como ocurre por ejemplo la carismática Casa Farnsworth de 1951.

Curiosamente, el permiso para su realización es el resultado de un programa gubernamental para transformar tierra agrícola y cultivada intensamente como tal hasta hace escasamente una década en un hábitat natural protegido. La extensiva planificación territorial de un país densamente poblado como Holanda les ha llevado constantemente a proponer ideas innovadoras para la salvaguarda de los valores ambientales. En este caso, se trata de conectar las escasas zonas de valor ecológico existentes en el humedal del sur del país mediante la transformación de ámbitos concretos a su estado previo al uso agrario. Y como contrapartida se autoriza al propietario del suelo a construir una villa en el bosque con una ocupación limitada que se producirá tras la reforestación que se ha comprometido a realizar para insertar allí 70.000 árboles.

Desde la arquitectura, seguimos buscando la trascendencia individual mediante la exacerbación en la simplificación del espacio euclidiano. Una pulsión religiosa como cualquier otra.


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Plantas del proyecto.
Villa Kogelhof. Paul de Ruiter, 2013

150919_DeRuiterP_VillaKogelhof_Int02Vistas del interior de la villa.
Fotos: Jeroen Musch

 

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150919_DeRuiterP_VillaKogelhof_Ext03El volumen volante de la villa Kogelhof. Paul de Ruiter, 2013

Más información:

Villa Kogelhof. Paul de Ruiter Architects. HIC Arquitectura 2014
Villa Kogelhof. Paul de Ruiter Architects. Archdaily, 06/12/2013

 

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