Teatro romano de Sagunto. Vista de la restauración realizada por Grassi y Portacelli. Valencia, 1994
Con carácter general, los edificios culturalmente más significativos y las partes antiguas de las ciudades más atractivas del planeta están sometidas a procesos de transformación que implican la expulsión de los residentes tradicionales. Es el resultado de las fuerzas derivadas del desarrollo económico, la veneración cultural y el turismo de masas subsiguiente.
Paulatinamente, los mejores lugares urbanos, aquellos que acumulan espacios ricos en la presencia del pasado, van siendo reservados y especializados para que se establezcan las actividades con mayor valor añadido. Las partes residenciales se colonizan por aquellas élites que tienen prestigio y dinero para usar ese espacio como mecanismo residencial y de inversión opaca donde ocultar sus enormes riquezas. Al mismo tiempo, los espacios comunes accesibles se transforman para dar cabida para el ocio masivo, el comercio indiferenciado y la visita circunstancial ligada al alojamiento turístico.
En esos sitios, la arquitectura antigua se protege bien como ambiente o bien como monumento para representar las glorias de un pasado desaparecido. Las legislaciones patrimoniales hoy favorecen así una visión museística o arqueológica de la cultura material. La vida que dio origen al espacio colectivo va desapareciendo calladamente arrasada por la acción de las fuerzas del mercado y de unas burocracia seudo intelectuales bienintencionadas. Con enormes y constantes polémicas sobre la pureza y corrección en la intervención en las arquitecturas. Como ejemplifica el intenso debate que tuvo lugar a raíz de la reconstrucción del teatro Romano de Sagunto, proyectado y realizado por Giorgio Grassi y Manuel Portacelli entre 1992 y 1994.
Así, las ciudades en vez de ser lugares para que los habiten aquellos que han nacido allí se van transformando poco a poco en escenarios representativos del pasado, museos y parques temáticos culturales para disfrute de los visitantes provenientes de lejanos lugares. Es lo que en Norteamérica han venido a denominar como gentrificación en relación a las tendencias a la expulsión de los residentes originales. Curiosamente, la estimulación de estos procesos es algo a lo que aspiran las élites culturales y políticas en numerosísimos lugares del mundo.
Reconocer de donde ha surgido esta tendencia de origen cultural es un ejercicio que conviene realizar y que se trata de explicar en el siguiente artículo:
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