African Watcher. Cyrus Kabiru, 2015
En 1970, el poeta y músico de jazz norteamericano Sun-Ra acuñó el término de Afrofuturismo. Trataba de señalar así la nueva creación musical ligada a la negritud, buscando también rescatar un pasado histórico desaparecido para aquellos que experimentaron la esclavitud y su descendencia.Ese término sirvió entonces para designar un movimiento que empleaba la electrónica como fuente experimental de para la expresión de una filosofía exotérica basada en la ciencia ficción y los espacios interplanetarios.
En 1994, otro intelectual americano, Mark Dery, retomó esa denominación para referirse a un genero creativo, literario y estético, que explora en una mezcla heteróclita el realismo mágico, la ciencia ficción literaria y el panafricanismo. En tiempos más recientes, algunos artistas africanos lo utilizan también para expresar sus preocupaciones en relación al incierto futuro del mundo y de las relaciones humanas.
La cultura africana contemporánea está hoy de actualidad con su inclusión y difusión masiva desde la edición de la Bienal de Venecia 2015. Allí se pueden apreciar sus resultados en un conjunto que se ha reunido de unas obras formalmente deslumbrantes.
Espacio Arena en el pabellón de La Corderie. Bienal de Venecia. David Adjaye, 2015
El movimiento del Afrofuturismo engloba en nuestros días a numerosos artistas plásticos, arquitectos, músicos y cineastas originarios del continente africano. Son aquellos que han desplegado una estética enormemente atractiva basadas en la fantasía y la imaginación sobre un tiempo futuro que realmente ya está aquí. Es una propuesta en la cual las mujeres están teniendo un papel protagonista preponderante, reflejando la fuerza expresiva creciente de un colectivo que ha sido ignorado recurrentemente a lo largo de la historia.
En 2013, The Studio Museum, en Harlem, Nueva York acogió una muestra del trabajo de un grupo representativo de esta corriente de artistas africanos. Se titulaba The shadow took shape (La sombra se formó) en una alegoría a la madurez alcanzada ya por ese movimiento cultural. Allí presentaron su trabajo interdisciplinar -en video, instalaciones, objetos y collages- creadores procedentes de Kenia como Cyrus Kabiru y las cineastas Wangechi Mutu, y Wanuri Kahiu. Y así, hasta 29 artistas representativos de ese grupo innovador que desarrolla su trabajo en todo el continente africanos.
Kabiru se nos presenta como una especie de ser futurista cuyas gafas elaboradas con material reciclado artesanalmente nos ofrece un camino expresivo hacia un futuro de reaprovechamiento radical de los desechos urbanos. Como ocurre hoy en las calles de su Nairobi natal. Mutu y Kahiu narran el mundo africano desde una perspectiva radicalmente femenina. Según la primera la mujer africana porta con una mayor intensidad el lenguaje, los mitos y los símbolos de las tradiciones africanas. Kahiu nos presenta en su película Pumzi (Aliento) un mundo posapocalíptico subterráneo y de escasez en una distopía que ya es posible detectar en las grandes ciudades africanas de hoy. La protagonista huye de allí a la búsqueda de un ecosistema exterior de pureza natural en el que exista agua, vegetación y esa fauna omnipresente en el paisaje africano.
The end of eating everything. Imagen del video de Wangechi Mutu, 2013
La artista explica su propuesta
La protagonista de Pumzi. Película de Wanuri Kahiu, 2009
Es destacable el papel que la expresión cinematográfica está teniendo en el avance de esta nueva forma de ver el mundo desde el continente africano y sus artistas más sobresalientes en la diáspora. Como ocurre con Kibwe Tavares, cuyos Brixton Robots nos muestran un futuro apocalíptico para Londres, en el que capital británica ha sido colonizada por multitudes de ingenios mecánicos en continua confrontación. O la película franco-camerunesa Les Saignantes (Las sangrantes) de Jean Pierre Bekolo que relata las peripecias de dos amigas jóvenes en el difícil entorno futuro de la ciudad de Yaoundé colonizada por hordas de vampiros.
Este año la Bienal de Venecia dirigido por Okwui Enwenzor ha querido focalizarse de alguna manera en el talento de esta pléyade de artistas que reflejan la variedad formal y estética de un mundo que amplía constantemente sus coordenadas culturales. este año el reconocido arquitecto ghanés David Adjaye ha diseñado un nuevo espacio de actividades en La Corderie, dentro del circuito de pabellones de la Bienal. Es un espacio radical, rojo y oscuro que muestra de alguna manera las contradicciones de nuestro espacio contemporáneo bajo el tema elegido por Enwezor All the World’s Futures (Todos los futuros del mundo). Allí, todos los días, se lee sobre la alfombra de la Arena, su espacio central una parte de la obra máxima de Carlos Marx, El capital. Es una propuesta del artista británico de color Isaac Julian. En ese espacio también se puede apreciar la instalación del angolés Francisco Vidal que hace una referencia poética y simbólica a la realidad de su país. Vidal ha reunido allí centenares de machetes agrupados en ramilletes que tratan de reflejar el valor de esa herramienta para la vida diaria de sus conciudadanos.
Les Saignantes (Las sangrantes). Una película de Jean Pierre Bekolo. 2005
LES SAIGNANTES (Jean-Pierre Bekolo, 2005) from Spectacle Theater on Vimeo.
Trailer by Zack Hall.
On ways of travelling. Francisco Vidal, 2015
Para Enwezor, organizador de esta edición de la Bienal en 2015, solo desde su exposición masiva, el arte africano podrá expresar su talento y “hablar de su verdad“. O como también dice uno de los personajes de la película de 1995 The Last Angel of History (El último ángel de la historia), de John Akomfrah:
“la gente negra siempre ha hecho ciencia ficción, porque siempre han sido capaces de de ver los agujeros del presente”.
Más información:
The shadow took shape. The Studio Museum Harlem
Present and science fiction future. HuffingtonPost 28/08/2013
The Future Weird: Visions of Excess. Okay Africa, 30/07/2013
David Adjaye creates temporary museum for Venice Art Biennale. Dezeen 15/05/2015
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Robots of Brixton from Kibwe Tavares on Vimeo.
Nairobian Baboon. Cyrus Kabiru, 2012
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