La actual configuración de la Plaza España en la proximidad al acceso histórico al puerto. En su centro se ha reflejado la traza del desaparecido castillo de San Cristóbal. Foto: Aéreas de Canarias
En uno de sus documentados libros, La cultura de la ciudades, Lewis Munford decía que después del lenguaje la ciudad es la mayor obra de arte de la humanidad.
Y, efectivamente, la conformación histórica de las ciudades es algo más que la agregación azarosa de edificios y manzanas o la acumulación de hechos concretos protagonizados por personas específicas. Lo que acaba dando consistencia y significado a la memoria urbana es la aparición en el tiempo de episodios significativos que se cristalizan constructivamente y que son el resultado de un esfuerzo colectivo para dotar de una identidad común espacial a una sociedad determinada.
Las ciudades suelen ser un agregado de espacios que adquieren una mayor brillantez en algunos casos y momentos concretos de la historia. Las sociedades alcanzan algunos momentos efímeros de plenitud y es ahí cuando se expresan las mejores ideas para lograr un mejor desarrollo cultural y colectivo. Lo que acaba reflejándose de alguna manera en la forma que adquieren determinadas partes comunes y, especialmente en los espacio públicos urbanizados.
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