Museo Ordos en Mongolia interior por MAD Architects (Ma Yongson y Qun Dang). Foto: Iwan Baan
In 2010, tuvo lugar en la nueva ciudad china de Ordos una especie de experimento cultural relacionado con la arquitectura. Un encuentro técnico que congregó a más de cien arquitectos de 27 países distintos para diseñar 100 residencias individuales. La propuesta trataba agrupar adecuadamente distintas villas de 1000 m2 de superficie en una zona periférica de aquella metrópolis en expansión. Era una concepción experimental apoyada por la empresa municipal de aguas para albergar en unas condiciones de excelencia a unas desconocidas e hipotéticas familias en aquel lugar lejano y misterioso de China, a caballo entre las praderas de los mongoles y los límites orientales del desierto del Gobi.
Aquella tentativa experimental se comenzó a gestar en 2008, asignándose la responsabilidad conjunta de su gestión al artista chino Ai Weiwei y los arquitectos suizos, Herzog y de Meuron, bajo cuya dirección conjunta se llevaría a la práctica. Finalmente, solo Weiwei, junto a su equipo Fake Design (Diseño Falso), asumiría cínicamente el encargo de liderar aquel proceso singular. Así, dos años más tarde, un centenar de equipos técnicos -o más bien, artísticos- visitaría la ciudad, prestándose a participar en ese evento con gran ilusión y con el deseo de sobresalir en un acontecimiento que prometía relevancia internacional.
El resultado no ha podido ser más descorazonador y, lógicamente, no se ha construido. Solo han quedado diversas maquetas, representaciones tridimensionales y propuestas dibujadas que identifican una mescolanza irregular de edificios palaciegos, cuyas formas volumétricas variopintas se insertan sobre una hipotética y pobre ordenación urbanística. La maqueta final conjunta desarrollada nos muestra una agrupación informe de llamativas construcciones que no propiciaría ningún sentimiento de comunidad para sus hipotéticos habitantes.
Se manifestaba así uno de los grandes problemas de la arquitectura del momento. La existencia de una ambición generalizada entre el colectivo profesional para destacar con un lenguaje propio y así formar parte del sistema espectacular de individuos reconocidos internacionalmente. Una pulsión que parece haberse apoderado de las conciencias y aspiraciones de las nuevas generaciones de profesionales surgidos de las distintas facultades, academias y escuelas. Todo lo cual se concreta sorprendentemente de una manera endogámicamente, que solo interesa a los propios arquitectos. Sobre esta condición trabajaría Ai Weiwei para presentarnos cosciente o inconscientemente -como en un espejo- la falsedad y endeblez de los presupuestos ideológicos en los que se fundamenta actualmente la disciplina para los propios arquitectos.
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Fragmento de la maqueta de madera de la propuesta para ORDOS 100. Ai Weiwei, 2011
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