Casa Koshino, Kobe. Tadao Ando, 1984. Detalle del desbordamiento de la luz sobre una de las paredes de hormigón
Louis Kahn, uno de los grandes maestros de la arquitectura del siglo XX, escribió en uno de sus enigmáticos dibujos el siguiente aforismo conceptual:
La luz, la que dispensa todas las presencias, más allá de la ley o de la voluntad.
Y es que la luz es la que otorga y da existencia a los edificios. Pero más allá de eso -y de acuerdo también al pensamiento de Kahn- es además el silencio de los espacios el que acaba definiendo la expresión de la arquitectura en algunos casos.
Hoy en día, más que disponer y acumular objetos, aspiramos a disfrutar de experiencias realmente estimulantes e inspiradoras. Y la construcción de los ambientes propicios para su disfrute es todo un arte al alcance de unos pocos creadores. Como ocurre en muchas de las obras del arquitecto japonés Tadao Ando. Un artista que ha demostrado como se puede ser capaz de crear atmósferas singulares y auténticas con la utilización de materiales simples como el hormigón y herramientas inasibles como la luz y el silencio. Un ejemplo de ello es la magistral casa que se construyó en Ashiya a las afueras de Kobe en 1984 para la diseñadora de moda Hiroko Koshino.
En el siguiente artículo del equipo G+A Arquitectura se hace una reflexión sobre ese papel de la luz en la definición final de una obra maestra de la arquitectura contemporánea.
“La arquitectura sólo se considera completa con la intervención del ser humano que la experimenta.”
Tadao Ando.
Salón principal de la Casa Koshino, Kobe. Tadao Ando, 1984
La complejidad de la luz
Por G+A Arquitectura
La casa Koshino es una de las viviendas más reproducidas en los estudios de arquitectura y diseño de medio mundo. Su famosa fotografía del rayo de luz cenital filtrada sobre el lienzo de hormigón con el sofá como único recuerdo de la funcionalidad de la estancia ha servido como emblema del minimalismo y del brutalismo a partes iguales.
Su diseñador es uno de los grandes maestros de la arquitectura de finales del siglo XX, y uno de los pocos que pueden optar a ese título tras el reinado de los tres grandes en la primera mitad de siglo: el arquitecto japonés Tadao Ando (Osaka, 1941). Su formación arquitectónica no tiene nada de académica: trabajó como carpintero desde los diez años hasta que dejó los estudios a los dieciocho años. Aprendió a valorar y a interesarse por la arquitectura a través de la lectura y visitando las pequeñas construcciones tradicionales de Kyoto y Nara. Ya fuertemente seducido por la arquitectura de Le Corbusier, entre los años 1962 y 1969 realizó una serie de viajes a Estados Unidos, Europa y África dónde conoció la obra de Wright, Man, Le Corbusier y Kahn. A su vuelta, funda el estudio Tadao Ando Architectural & Associates en Osaka, tras haber pasado por varios estudios de arquitectura sin éxito, a causa, como él mismo reconoce, de su fuerte carácter.
Ya en su primera vivienda, la Row House, situada entre medianeras en la ciudad de Sumiyoshi, Osaka, Ando demuestra un extraordinario dominio de la pequeña escala y muchas de las características comunes al resto de su obra: el empleo del hormigón armado con las marcas de un cuidado encofrado como líneas compositivas, la ausencia de toda ornamentación más allá del hormigón armado y la luz que lo baña a través del patio interior y el interés por devolver al ser humano el contacto con la naturaleza, llevado en este caso al límite dado que obliga al habitante de la vivienda a atravesar el patio central para llegar a algunas estancias indispensables lo que provoca que éste experimente el frío en invierno, la lluvia o el calor del verano. A pesar de estar en la ciudad, Tadao Ando pretende crear un espacio aislado de la dureza de la urbe y en contacto con la naturaleza, a través de la luz y la experiencia obligada del clima.
Maqueta conceptual de los espacios de la casa
La principal característica de la casa Koshino, y de gran parte de la arquitectura en pequeña escala de Tadao Ando, es la claridad de los conceptos. La limpieza y sencillez del esquema funcional se entiende desde el primer análisis, presentando en el volumen principal un estar en doble altura, cocina y comedor en planta baja, dormitorio y despacho en planta primera y en el volumen de habitaciones se organizan de manera lineal los dormitorios, conectados ambos volúmenes por un túnel bajo la escalera exterior. La fuerte materialidad del hormigón armado no sólo refuerza la geometría rectangular de la vivienda y la rotunda volumetría, sino que da sentido a la rigidez del esquema funcional.
La casa Koshino se entiende desde el primer análisis de la planimetría. No existen artificios espaciales ni formales. La principal característica de la vivienda, y de la mayor parte de la obra de Tadao Ando, es que alcanza la complejidad por la luz. El hormigón armado, con sus líneas compositivas indicadas gracias al magistral uso del encofrado de Ando, sirve de excepcional lienzo donde recoger la luz solar, que varía a lo largo del día, que provoca en ocasiones que el duro y áspero muro de hormigón armado parezca mullido y suave como una almohada. Los pasillos se difuminan por momentos y parece que estemos en el exterior, mientras la luz cenital del estar nos recuerda al Panteón, como el propio Ando reconoce.
Como en su primera vivienda, Ando obliga al habitante de la vivienda a experimentar el paso del tiempo, a ver como los espacios se modifican con el avance de la luz del sol, a la ausencia de la misma y al sonido de la lluvia. Las poderosas y cuidadas líneas visuales que presentan las estancias de día no hacen sino reforzar la sensación de encontrarse entre la naturaleza, sin forma de establecer contacto con ningún sentido con nada que no sea naturaleza.
Otras imágenes de los interiores de la vivienda.
Diversos espacios exteriores de la casa y su entorno.
Más información:
Casa Koshino. La complejidad de la luz. G+A Arquitectura 05/03/2015
Casa Koshino. Tadao Ando. FILE Arquiscopio 03/10/2012
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