Esta obra es la primera obra del arquitecto danés tras la conclusión de sus trabajos para la Opera de Sidney a su regreso a su país natal desde Australia.
Es un trabajo de una sensibilidad exquisita en el manejo de las escalas y el espacio. El uso del hormigón blanco para la construcción de unas particulares bóvedas invertidas le confiere a este interior una materialidad especial, guiando la escasa luz septentrional para generar un entorno sumamente espiritual.
Sus formas rememoran algunos dibujos del autor en los que expresa alegóricamente una relación poética entre el paisaje y las nubes, la tierra y el cielo.
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