Los retratos de Marlene Dumas

La mirada personal. Autorretrato. Marlene Dumas, 1984

Durante mucho tiempo, la cultura artística contemporánea ha estado fascinada con las ideas y los conceptos. Para muchos artistas, la realización material de las obras no dejaban de ser un residuo sin importancia, piezas que acabaran convirtiéndose en fetiches para algunos pudieran acumular y con los que negociar. Así ha sido durante décadas hasta que desde hace algún tiempo experimentamos un retorno a la pintura como manera válida de generar una interpretación de la compleja cotidianeidad que nos rodea.

Para Jean Baudrillard, la realidad ha dado paso a la virtualidad. Y la virtualidad es para él aquello que vemos, esas imágenes que entran por nuestros ojos. El simulacro ha sustituido finalmente a lo concreto como algo consustancial al ser hoy. Esto es la historia de un crimen, del asesinato de la realidad es lo que nos cuenta precisamente en su ensayo “El crimen perfecto” de 1996.

En consecuencia, las imágenes que sustituyen a la realidad han ido adquiriendo con el tiempo un protagonismo creciente. Y aquellas que nos relatan lo que pasa con profundidad intelectual tienen un valor inconmensurable como una aproximación a la posibilidad de comprender. Como ocurre con los retratos personalísimos de la artista sudafricana Marlene Dumas.


Nostalgia genética. Marlene Dumas, 1984

Después de la muerte de la pintura, observamos que su resurrección adquiere creciente potencia, acelerando su presencia desde el trabajo de artistas como David Hockney y Gerard Richter a la vanguardia de la expresión cultural contemporánea.

A los 61 años, y sobre esas bases comunes, Dumas ha desarrollado ya una trayectoria sumamente fecunda partiendo de sus orígenes como miembro de una familia afrikaner en una granja de Sudáfrica y hasta su establecimiento definitivo en la urbanizada Holanda. Su trabajo es, en parte, un reflejo de su historia personal en la que revolotean a su alrededor los dramas asociados al apartheid, el colonialismo y el creciente auge del terrorismo internacional. Pero sus propuestas centradas en mostrarnos a personas concretas tienen una profundidad que va más allá de los avatares políticos.


Sus retratos tienen esa capacidad de ofrecernos una percepción específica y a la vez universal de las personas que representan. De sus problemas concretos y, a la vez, del contexto en el que desarrollan sus vidas. Pertenecen a un lenguaje que mezcla la historia moderna y la cultura popular para expresar la condición humana de nuestros días. Después de la muerte de su madre en 2007, recurriría a la expresividad de artistas de la cinematografía del siglo XX, como Anna Magnani e Ingrid Bergman, una especie de Pietas contemporáneas, que significan para ella un recurso inspirador expresivo del profundo padecer que se deriva de las perdidas personales.

La técnica de Dumas descolorida e imperfecta ofrece al observador un espacio para la interpretación personal a partir de la que sacar conclusiones. El sufrimiento y la nostalgia siempre están presente de alguna manera en esas representaciones de personas concretas. Son manchas de color ásperas y desenfocadas que adquieren vida a partir de pequeños detalles, una mirada perdida, las lágrimas del dolor de una perdida, etc.

Anna Magnani. Mamma Roma. Pier Paolo Pasolini, 1962

Interpretación de Ingrid Bergman en una escena de ¿Por quién doblan las campanas?. Marlene Dumas, 2008

Observando sus innumerables imágenes y retratos personales a la acuarela, con tendencia a los grises derivados del cine neorrealista italiano, manchas desleídas e irregulares, nos sentimos identificados por cuanto reflejan vivencias compartidas por un amplío espectro de personas. Individuales, en pareja o en grupo, son retratos que intuimos de personas concretas en momentos significativos de sus propias vidas, que en su individualidad reflejan lo universal compartido por la humanidad. Casi siempre son rostros expresivos o cuerpos desnudos adjetivados por pequeños aditamentos que les confieren una singularidad dentro del marco común de los rasgos de nuestra especie animal.

La rubia. Marlene Dumas, 1993

La familia. Marlene Dumas, 2013

Es evidente que la representación del cuerpo humano femenino es también para Dumas una obsesión. Son imágenes que colecciona en una pictografía derivada casi de lo pornográfico, como una muestra pesimista del secuestro de la materialidad corporal para su venta como simulacro iconográfico que estimula una falsa sexualidad colectiva. Probablemente, trata de mostrarnos en esas composiciones que tienden a una especie de canon contemporáneo, una forma de apropiación violenta del papel de la mujer en nuestros días. Una contribución onerosa más a la mercantilización de los cuerpos, los espacios y de casi todos los aspectos de nuestras vidas.

Marlene Dumas ha ido adquiriendo un amplío reconocimiento internacional como una creadora que describe la humanidad utilizando técnicas sencillas para profundizar en el mundo de los sentimientos personales. Hoy es una de las artistas vivas más cotizadas en el mercado del arte contemporáneo. El año pasado el museo Stedelijk de Amsterdam realizó una amplia muestra de sus obras titulada The image as Burden ( La imagen como agobio). Actualmente, es posible ver esa exposición de su trabajo en la Tate Modern Gallery londinense hasta mediados de mayo de 2015.

Magdalena. Marlene Dumas, 1996

Mas información:
Marlene Dumas. Resources and references. Página oficial de la artista
Marlene Dumas. Nunca colgaría mis cuadros en el comedor. El Pais, Babelia 25/11/2014

Marlene Dumas in her studio. Docs online. YouTube

Marlene Dumas: Measuring your own grave. MoMA Youtube 14/01/2009

El adormecimiento de la razón. Autorretrato de Marlene Dumas, 1984

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