La imponente imagen del edificio para la Filarmónica del Elba en su emplazamiento en la parte antigua del puerto de Hamburgo. Herzog&DeMeuron, 2016.
La responsabilidad última de las artes plásticas consiste en la creación de belleza, como una forma de interpretación sublime del mundo que nos rodea. Un esfuerzo muy difícil que se relaciona con la subjetividad irreproductible y la sensibilidad personal en una búsqueda de la justicia y la verdad. Esa forma de construcción de sentido se ha transformado en un bien escasísimo en nuestros días y, debido a ello, el capitalismo ha acabado convirtiendo sus productos en el valor último y más apreciado. Algo que tiende a confundirse interesadamente con la promoción publicitaria de las mercancías y los servicios, una estrategia estetizante que muchos artistas acaban ejerciendo exclusivamente y que suele engañar a la mayoría.
En nuestros días, la mayor parte de lo que conocemos sobre arquitectura, entendida como práctica artística, está definida por la propaganda que se hacen los propios arquitectos y sus promotores. Una interpretación del esfuerzo artístico relacionado con la construcción del espacio que se caracteriza por la presentación favorable, la ausencia de objetividad y, en definitiva, el uso de estrategias publicitarias para vender productos inmobiliarios. Encontrar piezas de crítica arquitectónica que realmente indaguen y profundicen sobre el carácter y sentido de la arquitectura contemporánea se ha convertido en una ardua tarea.
Hoy, también, las regiones avanzadas del planeta tratan de aumentar su atractivo a base de efectos espectaculares que concentren la actividad económica alrededor de experiencias culturales. La estetización rampante que sufrimos en todos los ámbitos es un proceso que tiende a expandirse y consolidarse confundiéndonos con la presentación de una monumentalidad banal. La belleza como expresión de la verdad y la justicia ha ido así quedando sepultada en una constante catarata de imaginería sorprendente.
En este sentido crítico, recientemente, el profesor venezolano Oscar Tenreiro ha realizado una disección sobre el valor cultural de un edificio controvertido que se acaba de inaugurar: la Filarmonía del Elba (Hamburg Elb Philarmonie), proyectada por la oficina de los arquitectos suizos Herzog y DeMeuron con un coste astronómico ( 790 millones de €uros). Es una obra que se aleja de los ideales solidarios y en pro de la igualdad de la arquitectura del Movimiento Moderno -una ideología cultural que ha presidido gran parte del esfuerzo artístico durante el siglo XX- para adentrarse en unas maneras relacionadas con el elitismo contemporáneo que quieren representarse desde el poderío cultural y la capacidad económica. En este caso, de la ciudad de Hamburgo, una de las urbes económicamente más pujantes del norte de Europa.
En ese terreno, la arquitectura ha vuelto a jugar un papel esencial y determinante para reforzar ese proceso de apoyo propagandístico a la concentración de la riqueza en determinados lugares, en detrimento de la inmensa mayoría de la humanidad. Como nos cuenta Oscar Tenreiro en el siguiente artículo:
Seguir leyendo en Arquiscopio PENSAMIENTO: Algunas reflexiones a propósito de la ElbPhilarmonie.
Por Oscar Tenreiro, Profesor Emérito de la Facultad de Arquitectura de la Universidad Central de Caracas
Un diseño arquitectónico increíble en el mejor lugar posible. Sin duda, muy emblemático.
Buen post, un saludo!
Pues a mi gusto una construccion bastante refinada y acorde con el entorno , no entiendo bien las criticas Federico , aun asi buen blog lo sigo a diario