A veces las obras más sencillas nos ofrecen un ejemplo de las tareas que tiene que hacer la arquitectura en un momento de crisis. Es el caso de este minúsculo edificio escolar que ha desarrollado el equipo de arquitectos Amigó, Machado y Arricivita en el sur de la isla de Tenerife.
Este equipamiento se ha realizado en un núcleo suburbano conocido como Las Eras, una aglomeración de viviendas que ha crecido ocupando una parte inhóspita de la costa insular. Este pequeño enclave costero es el resultado de una propuesta deslavazada de varios planes antiguos de urbanización. Esos esquemas de colonización se dedicaron, inicialmente en su momento, tanto a vivienda unifamiliar como también a pequeñas naves de almacenaje. En el lugar se ha producido también la construcción de otras residencias a lo largo de caminos rurales, que se han desarrollado de una manera irregular mediante la técnica de la parcelación directa sin apenas urbanización.
Una característica de esta forma de crecimiento edificatorio es el descontrol urbanístico. La ausencia de orden ha generado un gran déficit en todo tipo de servicios colectivos e, incluso, de una urbanización en condiciones. Una estrategia urbanística casi clandestina, tolerada irreflexivamente por los propios responsables municipales y de la que se suele hacer caso omiso a que genera numerosos problemas a largo plazo. En este tipo de desarrollos se confía en que las dotaciones e infraestructuras correrán luego a cargo de las administraciones públicas con unos costes importantes mientras el propietario inicial de suelo ha logrado generar unas plusvalías miserables.
Dentro de esta forma irracional de colonización del territorio, este proyecto viene a intentar paliar la ausencia de servicios escolares enla zona. Lapequeña escuela infantil se sitúa en una posición exterior alejada respecto al grueso del núcleo habitado. Su alejamiento del conjunto principal de viviendas probablemente es debido a la disponibilidad de la parcela ofrecida por el propio Ayuntamiento a los responsables públicos de la educación colectiva.
Vistas exteriores del edificio
Ante este difícil panorama, el destacable esfuerzo de los arquitectos se ha concentrado en lograr unos espacios amables de la mejor manera posible. Para ello han propuesto un edificio que pretende generar un entorno protegido para sus pequeños usuarios mediante la definición de recintos acotados y resguardados del inclemente viento dela zona. Constade tres aulas y espacios de comedor y cocina.
La composición formal se concibe como una articulación de piezas cúbicas que se escalonan para definir patios abiertos hacia el oeste mientras que ofrece desnudos muros de hormigón hacia el resto de orientaciones. Entre sus intersticios, se sitúan algunos huecos de iluminación y se producen también los accesos desde el exterior y los espacios de comunicación
El uso masivo de hormigón como sistema constructivo en sus muros exteriores se adapta muy bien a la agresividad del entorno. En su interior, por el contrario, el uso combinado con el material predominante de paños y suelos de color convierte a esta escuela en un lugar acogedor y dinámico, en concordancia con el carácter de sus pequeños usuarios.
Esta obra representa en su humildad de planteamientos de lenguaje, formales y constructivos, una manera inteligente de resolver una situación difícil de ausencia de servicios colectivos.
Planta general de la propuesta escolar
Más información:
La escuela indica el camino. Anatxu Zabalbeascoa, Del tirador a la ciudad. 09/07/2013
Página Oficial de Amigó, Machado y Arricivita Arquitectos
Siguenos en