Sobre un texto de Wiel Arets
Casa Malaparte. Gabrielle Basilico, 1982
Hace veinte años ya, el hoy reconocido arquitecto holandés Wiel Arets haría una incisiva descripción de la villa Malaparte de Adalberto Líbera. Una curiosa casa situada en un emplazamiento imposible de la isla de Capri. Esa reflexión de Arets se incluía en un texto más extenso, titulado Los invasores de cuerpos, contenido a su vez en City Invasions,una publicación realizada por Arthur Kroker en Viena en 1994.
Wiel Arets ha alcanzado un alto reconocimiento internacional apoyado en una serie de obras muy interesantes comola Biblioteca Universitaria de Utrecht de 2005, la torre de Viviendas en la isla KSNM de Ámsterdam de 1996 y su primera obra, la tienda de modas Bellgens en Maastricht de 1987, por ejemplo.
A su paso por la Technical University de Eindhoven, ya desde estudiante, dejaría una gran huella de su gran conocimiento personal, a través de diversas exposiciones y publicaciones. También ha destacado como un gran maestro de la disciplina y como enseñante en diversos centros universitarios en Ámsterdam y Rotterdam, siendo invitado en 1988 a llevar una unidad de máster en la famosa Architectural Association de Londres. Desde allí, organizó una visita con sus estudiantes a la Villa Malaparte en Capri que daría lugar a una serie de publicaciones y textos. Desde el año pasado es Decano enla Escuelade Arquitectura de la Illinois Institute of Technology, un nombramiento que reconoce su importancia en el panorama de la arquitectura contemporánea.
Lo interesante es entender como un arquitecto trata de explicarse las razones de la arquitectura concreta a través de una obra de alguien que le ha precedido. Entender como se ha creado un espacio específico es un ejercicio intelectual que proyecta a su autor hacia el futuro, mientras observa como un edificio concreto es una condensación de pensamiento y reflexión en que se rastrea la influencia del arte, la filosofía y la cultura de un lugar. En sí mismo, este texto de Arets -que se recoge más adelante- sería una demostración de la profundidad intelectual de su pensamiento, relacionada, en este caso, con esa obra emblemática de la arquitectura italiana contemporánea que es el edificio de Libera.
Al mismo tiempo, el arquitecto holandés ha buscado ahí con ahínco, referentes arquitectónicos con los que expresar sus inquietudes personales en relación a la arquitectura.La Villa Malaparte, que hace ya 70 años haría Libera para el escritor Curzio Malaparte, es una muestra de la forma en que algunos arquitectos italianos de entreguerras lograron una expresión edificatoria muy sofisticada con una reducida paleta de elementos.
Una muestra del talento de Arets como crítico se detecta en este texto suyo en el que se hace referencia a aquella casa que se sitúa en un promontorio escarpado de la costa de la maravillosa isla de Capri:
Una de las razones por las que me fascina la Villa Malaparte es el diálogo que establece entre el mundo real y el irreal.
Los textos de Malaparte, La Pelle y Kaputt, reflejan que la arquitectura no está tan vinculada a las cuestiones y ejemplos físicos que han de estudiar los arquitectos sino a una cualidad poética que nunca será alcanzada si solo se confía en la arquitectura. Por eso lo que hace en la escalera de la Villa Malaparte es servirse de su historia y sus ideas en una referencia a la escalera de la iglesia de Lipari, donde transcurrió su exilio como arquitecto. La curva blanca de la cubierta recuerda la vela de un barco.
Podríamos decir que se trata simplemente de un barco a la deriva, pero, para mí, lo más interesante es que crea un submundo. Un submundo donde los visitantes, aunque se sienten muy a gusto, siguen las ordenes dictadas por la disposición de la planta. Llegar a este lugar es una verdadera proeza. Se puede acceder en barco, en avión o a pie. Desde Capri se tarda una hora andando, pero una vez has llegado tienes la sensación de que estás en una prisión y a la vez en una villa increíble. La chimenea es un elemento intrigante, porque vuelve a plantear la oposición entre el interior y el exterior. El fuego no solo se utiliza para el interior, para calentar la casa, sino para advertir a los pescadores de los barcos de que Punta masilla es un peligroso acantilado en el mar. Villa Malaparte es una casa que podría resumirse con esta frase: “Una máquina de alienación”.
Espacio principal interior de la Casa Malaparte
Es interesante destacar la referencia al submundo que establece, en este caso. Podría decirse que percibe la relación intelectual del proyecto con la estética surrealista, movimiento de avanzada en el que se valoran las relaciones de incongruencia y las imágenes fortuitas que sobrevienen en los sueños. El mismo espacio interior en el que se encuentra la chimenea a la que nos hace referencia el Wiel Arets establece un diálogo no imaginado con el conocido proyecto de jardín en el apartamento De Beistegui de Le Corbusier de 19. Allí el arquitecto suizo también trata de dialogar con los surrealistas, cuando genera una habitación que cuenta con mobiliario y chimenea a pesar de no tener techo
La VillaMalaparte es una especie de pecera que traslada a sus ocupantes a un territorio desconocido de la imaginación. Probablemente, el escritor italiano promotor de la obra deseaba producir un estado mental proclive a la creación de historias imaginadas, quizás recordadas pero también soñadas en un trance provocado por el espacio.
Allí, el territorio y la geografía tienen además un papel protagónico. Para llegar a ese lugar, como remarca Arets, hay que hacer un recorrido difícil y arriesgado a través de un sendero que transcurre por la escabrosa y arbolada costa de la isla. El murmullo del mar ejerce en su vaivén, de contrapunto sonoro al visitante solitario sumido en sus pensamientos. Un lugar propicio para la creación de nuevas imágenes desacostumbradas y obras de literatura densas en su interioridad mental.
Biblioteca de la Universidad de Utrecht. Wiel Arets, 2005
