Por Javier Dasdores de Armas
Perspectiva urbana de la Casa da Musica de Porto desde la Rua Vanzeleres. Rem Koolhaas y OMA, 2001. Foto: Javier Dasdores
En The Visitor1, Walter Vale, un maduro y retraído profesor universitario de Connecticut, sorprende a una pareja de inmigrantes ocupando su apartamento de Manhattan, una vivienda que visita con poca frecuencia y que les ha sido alquilada de forma fraudulenta por un indeseable sin escrúpulos. Aparentemente Walter es el legítimo propietario de la casa donde los dos jóvenes se han introducido estableciendo allí su hogar, a priori unos vulgares ocupas víctimas de una estafa inmobiliaria. ¿Pero quién se apropia realmente del espacio de quién, Zainab y Tarek al traspasar la incuestionable frontera de la propiedad privada o el profesor que irrumpe a medianoche en la casa violando los no menos irrefutables límites de una dimensión sensorial que pertenece por derecho a los jóvenes?
Vista del espacio central de uno de los auditorio desde los deambulatorios perimetrales. Foto: Javier Dasdores
El carácter ambiguo y polisémico palpable en determinadas realizaciones artísticas, ha supuesto tanto para el cine como para el resto de disciplinas un nuevo paradigma basado en la bidireccionalidad entre creación y espectador. Ya en los inicios del siglo pasado, doblegado el entusiasmo inicial del período cubista, Marcel Duchamp eleva a una dimensión artística algo tan aparentemente cotidiano como un urinario mediante un simple proceso de traslación2. Mientras tanto Man Ray hace lo propio con el diálogo entre lo real y lo virtual que impregna su obra fotográfica, invitando al espectador a reflexionar sobre el origen, el fin y la propia naturaleza del arte3. La pintura, la literatura, la danza o la música por citar algunas, han utilizando de igual modo en algún momento recursos compositivos que subrayan el carácter complementario de su lenguaje visual o conceptual…..¡incluso el mundo de la moda ha desterrado momentáneamente la rotundidad de las curvas por un nuevo canon basado en jóvenes modelos delgadas y fibrosas de apariencia andrógina!
Por su parte la producción arquitectónica también se ha visto envuelta por esta condición ambivalente, que se manifiesta por ejemplo en la arquitectura previa a los inicios del Movimiento Moderno, personalizada en las figuras de Peter Behrens en la fábrica de turbinas de AEG (1.909) y Walter Gropius en la Fagus (1.911), donde ambos arquitectos se alejan de las construcciones de vidrio y acero propias del siglo XIX para crear un lenguaje basado en la fusión de los procesos industriales y la tradición rural en el que las lecturas doméstica e industrial se alinean.
La contundente volumetría del edificio sobre la plaza de Alburquerque. Foto: Javier Dasdores
En un plano temporal más próximo, el japonés Yoshichika Takagi en la casa K(2.009)4, adulterara el icono por antonomasia de la arquitectura (la cabaña de Laugier) sin que pierda su significado original, mientras que el holandés Rem Koolhaas en la Casa da Música de Oporto (2.005) es capaz de mantener la consistencia física y objetual del edificio fluctuando entre dos escalas diametralmente opuestas.
Paradójicamente la concepción de este último proyecto se inicia con el encargo de una vivienda unifamiliar en Rotterdam en el año 1996, la finalmente no construida casa Y2K5. Unos años más tarde y tras la elección de Oporto como una de las dos capitales europeas de la cultura, el estudio de Koolhaas, OMA (Office for Metropolitan Architecture) fue invitado a participar en el concurso para la construcción de una sala de conciertos para la ciudad y tras un proceso de deslocalización y aumento de escala similar a los empleado por el artista sueco Claes Oldemburg6, lo que en principio era una vivienda se acabó convirtiendo en el edificio “intrigante, inquietante y dinámico” que hoy conocemos7 y que se inserta de forma tan rotunda dentro del tejido urbano de la ciudad de portuguesa.
El contraste de las paredes recubiertas de azulejos tradicionales portugueses y los dorados interiores iluminados con neón. Fotos: Javier Dasdores
Para ello el arquitecto holandés rompe la continuidad del la trama existente situando el edificio de forma (aparentemente) aleatoria en la rotonda de Boavista, situada entre los límites de un barrio obrero y el centro histórico de Oporto, cuestionando la finalidad del objeto arquitectónico dentro de la urbe, pero poniendo al mismo tiempo en valor elementos propios de la ciudad contemporánea como la plaza que da acceso al edificio y que se configura como un contexto específico para el encuentro yla contemplación. Comoconsecuencia de la transición de objeto representado (vivienda) a realidad (auditorio), la particular disposición del edificio en ese contexto provoca la sucesión de numerosas imágenes superpuestas donde fondo y figura se superponen añadiendo un nuevo significado al entorno, como si de un collage espacial se tratara.
Idealmente el edificio se genera a través de la construcción de un sólido facetado de hormigón blanco dispuesto de manera autónoma sobre el centro dela plaza. Elprograma compuesto por dos auditorios con capacidad para 1.250 y 350 personas respectivamente, salas de ensayo y estudios de grabación, se introduce perforando el sólido y sustrayendo la masa sobrante, impregnando al edificio del carácter manipulable inherente a cualquier objeto y sobre el que pueden advertirse huellas de las maquetas iniciales que sirvieron de base conceptual, situándolo en la posición indeterminada entre la monumentalidad de la escultura y la funcionalidad del modelo arquitectónico que lo vuelve enigmático.
Resultado de este vaciado, las salas no solo se exponen a la ciudad dando un nuevo significado a las relaciones que establecen los edificios institucionales con la ciudad, sino que además revelan sus contenidos al visitante mediante la relación que se establece entre los cruces e intersecciones que se producen entre ellas. Eliminando deliberadamente el uso del foyer sobredimensionado, la alternativa se plantea como un trayecto ascendente en torno al auditorio principal que conecta todo el edificio y en el que, con la habitual ironía y ambigüedad que caracteriza el trabajo del arquitecto holandés, se suceden una detrás de otra las diferentes secuencias espaciales que jalonan el recorrido. Así el visitante puede situarse tras telones que no son tales sino grandes lienzos de vidrio ondulado, tras los cuales se adivinan los paneles de madera con desmesuradas vetas de oro que imitan…. ¡madera¡ y que recubren las paredes de la sala principal. O tras atravesar pasillos de ciencia ficción, desembocar en una sala recubierta de azulejos pintados a mano que representan motivos pastorales en línea con la tradición cerámica portuguesa.
El rechazo inicial suscitado en algunos sectores por una obra que si de algo peca es de estar contagiada por la controvertida personalidad de su autor, se ha atenuado a medida que el edificio se ha ido integrado de forma espontánea al dibujo de la ciudad de Oporto. Koolhaas asume el reto de crear un objeto alejado de alegorías y metáforas, consciente de la complejidad que supone la producción de iconos con fecha de caducidad, inmersos como estamos en una sociedad que deglute imágenes con el mismo frenesí con que las aplaude. Pero no se puede entender el edificio solo como un objeto mediático vinculado a la cultura de la postmodernidad, ya que Lejos de ser una operación meramente formal, adquiere un carácter crítico, marcado por el empeño en definir las relaciones entre la arquitectura y la realidad de una sociedad cada vez más expuesta pero menos transparente.
Notas:
1. Película norteamericana de 2008, escrita y dirigida por Thomas McCarthy y protagonizada por Richard Jenkins, Haaz Sleiman, Danai Jekesai Gurira y Hiam Abbas, cuyo guion se basa en la vida de un hombre solitario de mediana edad, cuya monótona existencia cambia cuando se enfrenta con problemas de identidad social, inmigración y comunicación intercultural, después de los atentados del 11-S.
2. Para La Fuente (1917), el francés usó un urinario masculino y lo firmó como “R. Mutt”, para luego presentarlo en la exposición de la Sociedad de Artistas Independientes donde causó un gran revuelo entre sus organizadores, que finalmente optaron por no exhibirla. Forma parte de un conjunto de piezas a las que el artista que llamó readymades (objet trouvé), que surgen como reacción al arte formalmente establecido.
3. Entre la obra del artista francés destacan Le Violon d’Ingres (1924) o Retrato de Kiki (1926).
4. DASDORES DE ARMAS, JAVIER: Apropiación indebida: iconografías y mitos. La casa K de Yoshichika Takagi, en Revista REDAC, nº 1, http://yoshichikatakagi.com/
5. KOOLHAAS, REM: Copy and Paste. How to turn a Dutch house into a Portuguese concert hall in under 2 weeks. En Content, Ed. Taschen GmbH, Colonia, 2004.
6. Artista sueco conocido sobre todo por introducir objetos cotidianos en espacios públicos cuya escala manipula colosalmente hasta monumentalizarlos, además de por ser una de las figuras centrales del arte de la performance, la instalación y el arte pop.
7. El edificio recibió en el año 2007 el Premio europeo del Real Instituto de Arquitectos Británicos (RIBA). Los Jurados describieron la Casa da Música como “intrigante, inquietante y dinámico” y continuaron comentando que el proyecto “proporciona espacios acústicamente excelentes para el funcionamiento de todas las clases de música, y realiza otro papel contemporáneo como un extraño, enigmático e irresistible objeto en la forma urbana de la ciudad de Porto”.
Más información:
Casa da Musica. Jorge Mosquera. Arquiscopio Archivo 18/04/2012
Koolhaas: Casa da Musica, Oporto. Mi moleskine arquitectónico 15/02/2009
El enigmático paralelepípedo de la Casa da Musica de Porto. Rem Koolhaas y OMA, 2001. Foto: Javier Dasdores